Les llamaban «Los Güeros», una familia que había hecho del cerro de El Raquelito su hogar, usando lonas y tablas. El lunes, el cerro se desgajó sobre su vivienda.
Tras la lluvia y con la zona acordonada, el martes por la mañana aún se podían ver restos de la tragedia: una cama cubierta de escombros, trastes, juguetes llenos de lodo. Esta fue la segunda tragedia con víctimas mortales en menos de 10 horas en Naucalpan.
La familia Bejarano Cruz celebraba un cumpleaños cuando la lluvia les impidió partir el pastel. A las 19:00 horas, el lodo alcanzó su hogar, causando la muerte de cuatro menores y dos adultos: Kevin (18), Hillary (16), Leilani (13), Magdiel (8), Yaretzi (14) y el abuelo. Angélica, la madre, fue hospitalizada junto a la abuela. Mientras tanto, la familia restante velaba a sus seres queridos en la calle.
Vecinos, como Kat, amiga de la familia, recordaron la impotencia del momento. “Quería subir, pero no me dejaron… me dijeron que se habían salvado, pero luego me confirmaron lo peor», relató.
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Los residentes de la zona, organizados con herramientas improvisadas, fueron los primeros en llegar al lugar del desastre. Otros, como Laura López, ya habían advertido a las autoridades del riesgo que presentaba el cerro. A pesar de reportes previos sobre deslizamientos y un árbol en peligro de caer, no se tomaron medidas suficientes.
Protección Civil evaluó la zona y encontró al menos cinco casas en riesgo de deslave directo o indirecto, y se estima que podrían desalojarse alrededor de 19 viviendas, así como una primaria y un preescolar cercanos. La directora del Jardín de Niños Emiliano Zapata, Reyna Carrillo, expresó su preocupación por la seguridad del área.
La gobernadora del Estado de México, Delfina Gómez, acudió al lugar y ofreció apoyo a los familiares, comprometiéndose a cubrir los gastos funerarios.
Mientras tanto, la comunidad se preparaba para el velorio bajo una carpa instalada por el DIF, aunque los cuerpos no habían sido entregados hasta la mañana del miércoles. Estrella, madre de los menores fallecidos, suplicó que le entregaran los cuerpos para poder velarlos y enterrarlos juntos.
El deslave dejó al descubierto los riesgos de vivir en zonas irregulares y vulnerables como el cerro de El Raquelito.
Con información de Milenio
bvp
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