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PRIMERO LOS NIÑOS

Por Alfonso Malpica Olvera
 
Los derechos de las mujeres son los de toda la sociedad
 
El viernes pasado se conmemoró el Día Internacional de la Mujer, y en nuestro país de nuevo debemos plantearnos el papel de los hombres en el acompañamiento por la lucha para conseguir el ejercicio de una ciudadanía de pleno derecho para nuestras madres, hijas, esposas, compañeras de trabajo, amigas, de todas las mujeres.
 
En pleno siglo XXI no hay duda, garantizar los derechos humanos de las mujeres y trabajar por la igualdad efectiva entre hombres y mujeres en cada ámbito de la vida, es la única forma de avanzar hacia una sociedad justa y mejor para todas y todos, principalmente para la infancia.
 
Criar en igualdad, en el respeto, es parte fundamental en las responsabilidades para con nuestros hijos de todos los hombres que somos padres, es nuestra obligación que reciban desde el hogar, una fuerte educación en valores que les asegure un futuro como adultos y adultas comprometidos con el respeto a los derechos humanos y, por tanto, comprometidos en construir una comunidad más habitable, más confiable y más humana.
 
La educación de nuestros pequeños será una de las herramientas clave a medio plazo para comenzar a doblar la curva de las cifras de la violencia machista en México, que nos deja la vergonzosa cifra de 1 feminicidio cada 10 horas, de los cuales 98% de ellos queda impune.
Asesinadas, desaparecidas o víctimas de las redes de trata de personas para la explotación sexual y reproductiva son algunos de los destinos que desgraciadamente han sufrido miles de mujeres y niñas mexicanas hasta el momento, sin que nadie parezca hacer nada por evitarlo. Todas estas situaciones son violaciones gravísimas a sus derechos humanos, una herida profunda y sangrante en el corazón de México, que no podrá avanzar hasta que no garantice, al menos, una vida libre de violencia para ellas.
 
Pero no sólo la violencia de todo tipo es una deuda para con las mexicanas, la desigualdad salarial, el exceso de carga de trabajos domésticos y no remunerados, la imposibilidad de acceder a puestos de alta dirección, el machismo estructural de nuestro entorno, todo ello es contra lo que se lucha el 8 de Marzo.
 
Es por ello que, como padre y como hombre, quiero hacerles un llamado a todos, principalmente varones que me leen en esta columna para que también participen de la lucha por los derechos de las mujeres, no se trata de acudir a las marchas que son suyas, sino construyendo nosotros una conciencia personal al respecto, respetando y dejando de solapar la misoginia cotidiana de nuestros congéneres, sólo así viviremos todos en un México mejor.
 

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