Por Alfonso Malpica Olvera
Educación y paternidad responsable
El regreso a clases tras el periodo vacacional de invierno no solo marca el retorno de millones de estudiantes a las aulas, sino también el reinicio de la labor educativa y formativa que recae no solo en docentes y escuelas, sino en los padres y madres de familia. La responsabilidad de guiar a los niños, niñas y jóvenes en su desarrollo educativo y personal no se detiene, y es crucial para el futuro del país.
Según datos proporcionados por la Secretaría de Educación Pública, más de 34 millones de estudiantes de todos los niveles educativos han vuelto a las actividades escolares en México. Sin embargo, la realidad educativa del país, comparada con estándares internacionales como la prueba PISA, revela un preocupante retraso de una década en áreas esenciales para la creatividad, la innovación y la resolución de problemas.
En la edición de 2022 de PISA, México se ubicó en el lugar 35 de 37 países analizados, señalando la urgencia de mejorar la calidad educativa, implementar políticas públicas efectivas y realizar inversiones adecuadas. La participación activa y constante de las familias en la formación de los jóvenes se presenta como un factor indispensable para superar este retraso educativo que afecta a todo el país.
Ante el panorama globalizado y la competencia laboral despiadada que enfrentarán, así como los desafíos medioambientales y sociales, es fundamental que la educación vaya más allá de la adquisición de conocimientos. La formación integral, que incluya habilidades sociales, éticas y cívicas, se vuelve imprescindible para preparar a los jóvenes no solo como profesionales, sino como ciudadanos comprometidos y conscientes de su entorno.
En este contexto, es vital destacar el papel de los padres, en particular de los hombres, en la paternidad responsable. A menudo relegados a roles tradicionales, es necesario romper con estereotipos que limitan la participación masculina a la provisión económica. La paternidad va más allá de dar el apellido y llevar a los hijos a la escuela; implica una contribución activa en la formación integral de los hijos.
La definición tradicional de paternidad como la cualidad de ser padre debe evolucionar, reconociendo que los hombres tienen un papel significativo en la construcción del futuro de sus hijos. No solo deben proveer materialmente, sino también proteger emocionalmente, brindar apoyo psicológico y participar activamente en la crianza y educación de sus hijos.
En este inicio de año, hagamos frente al desafío de redefinir la paternidad y la responsabilidad educativa. No dejemos que la omisión en la formación integral de la infancia y la juventud se convierta en una barrera para el desarrollo pleno y la igualdad de oportunidades.
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