La Ciudad de México se encuentra al borde de una preocupante crisis hídrica, la fecha estimada para el agotamiento del suministro se prevé para el 26 de junio del 2024. El sistema Cutzamala, que abastece a un tercio del suministro de agua de la ciudad, está en niveles históricamente bajos, mientras que la concesión de agua en el valle de México supera en un 141% el suministro disponible, según datos de la Comisión Nacional del Agua.
La escasez de agua ha impactado profundamente la vida diaria de los capitalinos, especialmente a los más vulnerables, con casos alarmantes de aguachicoleo, racionamiento mediante pipas, fugas, desabasto y sobreexplotación, e incluso la situación se agrava aún más con la revelación de que grupos del crimen organizado controlan varios pozos de agua en las alcaldías de Tlalpan e Iztapalapa. Este malestar social se ha traducido en protestas y bloqueos debido a la falta de agua.
La respuesta a esta crisis recae en el gobierno de la ciudad, que tiene la responsabilidad de garantizar el derecho humano al agua y al saneamiento. Sin embargo, la falta de programas adecuados para abordar la emergencia es evidente. Aunque la Ley de Aguas de la CDMX establece la obligación de desarrollar programas de gestión integral de recursos hídricos y servicios hidráulicos, estos instrumentos no se han actualizado oportunamente. El último programa se publicó en 2016 y 2012, respectivamente.
La ausencia de programas actualizados agrava la crisis hídrica, ya que no hay un plan claro para abordarla. La responsabilidad de actualizar estos programas recae en la Secretaría de Medio Ambiente y el Sistema de Aguas, pero hasta ahora no se ha tomado ninguna acción al respecto. Es evidente que, además de la falta de agua, la ciudad carece de un plan integral para solucionar este problema.
La situación es alarmante y exige una respuesta inmediata y efectiva por parte de las autoridades pertinentes para evitar una crisis aún mayor en el futuro.
Brenda Pedroza
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