Por Israel Navarro
No hay duda que Nayib Bukele tiene un estilo muy particular para gobernar y hacer campaña. El presidente millennial de El Salvador pasó de usar la mano dura, a la mano super dura, y no le apenan las críticas en lo más mínimo. Por el contrario, es parte de su imagen, al punto de haberse autonombrado «el dictador más cool del mundo mundial».
Y así le gusta a su pueblo, ya que las encuestas sitúan su popularidad entre el 80 y 90% de aprobación. Obviamente, iba a buscar la reelección, la cual consiguió el domingo pasado con más del 70% de los votos, lo cual es un resultado histórico que lo refrenda en Palacio Nacional de El Salvador por los próximos 5 años. La pregunta es ¿cómo construyó su reelección? Aquí les van unos puntos clave:
Primero, con un modelo de gobierno basado en un tema central: el combate a las maras que tenían azotado al país y atemorizada a la población. ¿Cómo lo hizo? Suprimiendo derechos humanos y metiendo a la cárcel al 2% de los adultos salvadoreños, sin decir «¡agua va!». De los 75,000 prisioneros que lleva la administración, solo se han reconocido errores en menos del 8% de los encarcelamientos. Y a pesar de las quejas de ONGs, los ciudadanos aprueban la supresión de los derechos humanos, porque claramente la cifra de asesinatos ha caído drásticamente desde que Bukele asumió el gobierno de 38 por cada 100,000 habitantes a 2.4.
Lo segundo es que con esa aprobación Bukele ha ido suprimiendo contrapesos. Por ejemplo, redujo el número de diputados y pasó una iniciativa para que las nuevas curules sean asignadas de acuerdo al método D’Hont que favorece a los partidos mayoritarios, o sea el suyo. Redujo también a los magistrados del Tribunal Supremo de Justicia, que son quienes finalmente lo habilitaron para contender en esta elección después de hacer una interpretación a modo de la Constitución.
Y tercero, Bukele ha pugnado por internacionalizar a El Salvador, con algunos aciertos como el impulso del turismo, la organización de certámenes y competencias deportivas, y el impulso a la conectividad aérea; pero también con desaciertos como el perder el 37% de la inversión que metió en Bitcoin con tal de hacerla una moneda de corriente. #EpicFail.
Haya sido como haya sido, el pueblo salvadoreño está contento con los modos dictatoriales del presidente, porque se vive un cambio sustancial y la oposición no tiene una oferta mejor, por eso está desdibujada. El Salvador no quiere volver al pasado. Y Nayib se ha encargado precisamente de recordarle a los ciudadanos qué pasaría si volvieran los de antes. Ese recuerdo, es la plataforma más sólida tanto de gobierno como de campaña, que este dictador rockstar seguirá usando.
Israel Navarro es Estratega Político del Instituto de Artes y Oficios en Comunicación Estratégica. Twitter @navarroisrael
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