Ana Gabriela González González
@anagonmx
La consolidación de un Sistema Público de Cuidados (SPC) es un paso necesario hacia la construcción de un nuevo pacto social más equitativo, justo y solidario. Plantear un modelo de cuidados donde hay corresponsabilidad entre el Estado, el mercado, la sociedad, y entre hombres y mujeres es no solo necesario, sino urgente para una reorganización social más justa y sostenible.
Un Sistema Público de Cuidados aumenta la probabilidad de que las mujeres tomen empleos formales que requieren de más horas y horarios fijos porque libera el tiempo de las mujeres y redistribuye las responsabilidades de cuidados ofreciendo alternativas, infraestructura y servicios públicos de cuidados, como, por ejemplo: casas de día de personas adultas mayores, centros de cuidados infantiles, centros de rehabilitación para discapacidades, comedores populares, lavanderías públicas, centros de salud y atención integral de violencias de género, entre otras. De acuerdo con la Encuesta Nacional para el Sistema de Cuidados (ENASIC) del INEGI en 2022, 31.7 millones de personas en México, es decir el 32% de la población de 15 años o más, brindaron cuidados a: personas con discapacidad; niñas y niños; adultos mayores y personas con alguna enfermedad temporal. De esa población cuidadora, 75% son mujeres. Esta sobrecarga de los trabajos de los cuidados en las mujeres es una injusticia histórica que puede comenzar a cambiar con la creación de un Sistema Público de Cuidados.
El hecho de que las mujeres y, en general las personas cuidadoras, liberen horas que dedican al cuidado para realizar otras actividades no solo es bueno para ellas, sino para el dinamismo del mercado laboral y la productividad económica, además de permitir la profesionalización y la mejora de los salarios del sector que se dedica al cuidado. Esto es particularmente relevante si pensamos en una recuperación económica frente a la crisis del COVID-19 y vemos el potencial que tiene un Sistema Público de Cuidados para generar economías más resilientes y sostenibles que permitan cerrar la brecha entre mujeres y hombres de la Población Económicamente Activa.
Por otro lado, un Sistema de Cuidados asegura que cualquiera pueda enfrentar los riesgos asociados con el ciclo de la vida como la vejez o alguna discapacidad. Es importante resaltar que esto es algo a lo que todas y todos estamos expuestos, ya que todas y todos eventualmente tendremos, al menos, alguna discapacidad asociada con la vejez. Del total de hogares en México, en alrededor del 78% (poco más de 30 millones de hogares) vive una persona que requiere cuidados. De esos hogares, solo el 7.3% realiza un pago a la persona cuidadora. Todo el 91.7% restante es trabajo de cuidados no remunerado (ENASIC 2022).
Entre 2018 y 2022 en Iztapalapa se construyeron 12 Utopías que son ejemplos de recuperación del espacio público y de inversión de infraestructura social. La mayoría de las utopías cuentan con el Sistema Público de Cuidados que incluye: espacios de cuidado infantil, casas de día para personas adultas mayores, centros de rehabilitación, casas de mujeres siempre vivas, comedores populares, lavanderías públicas, centros de atención a consumo problemático de sustancias, centros de salud, escuela de cuidados para masculinidades contemporáneas y hasta spa para mujeres. Todo esto sin costo o con una cuota de recuperación solidaria (por ejemplo, a un peso la carga de ropa en la lavandería u once pesos la ración de comida completa en el comedor popular). Esto permite que las mujeres y en general, cualquier persona que realiza trabajo de cuidado no remunerado cuente con un espacio en el que personas profesionales les brinden los cuidados a niñas y niños; adultos mayores e incluso a personas con alguna adicción y servicios básicos de atención médica.
Esto no solamente mejora la calidad de vida de las personas que requieren cuidados y de las mujeres que realizan trabajos de cuidado no remunerados, sino también les ofrece a los y las trabajadoras que decidan dedicarse al trabajo de cuidado la oportunidad de construirse como colectivo, formalizar la tarea, profesionalizarse y mejorar sus condiciones laborales.
La escalabilidad del proyecto local de Iztapalapa a un Sistema Público Cuidados a nivel estatal y Sistema Nacional de Cuidados requerirá una fuerte voluntad política y una coordinación interinstitucional efectiva. Un proyecto así podría ser articulado desde un Consejo Interinstitucional con representantes en todos los órdenes de gobierno y de todas las dependencias competentes, a fin de garantizar su gobernabilidad. Si existe esta voluntad política, el aspecto más desafiante será su diseño institucional. Cabe resaltar que, aunque se presenten retos y cuestionamientos sobre cómo financiarlo, al final la decisión de destinar recursos es una decisión política que refleja las prioridades del gobierno. Además, es importante considerar los impactos en la creación de empleo y la productividad.
En conclusión, la implementación de un Sistema Público de Cuidados no solo es crucial para promover la igualdad de género y construir una sociedad más equitativa y solidaria sino también para mejorar la calidad de vida de todas las personas. Pensemos el Sistema Público de Cuidados como un nuevo pacto social a través del cual, con un compromiso colectivo, construiremos un mejor futuro, un futuro más justo, donde todas las personas tengan acceso a los cuidados necesarios para su desarrollo y felicidad.
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