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PRIMERO LOS NIÑOS

Es tiempo de reconciliarnos y sumarnos a un camino de igualdad
 
Por: Alfonso Malpica Olvera
 
Ver de frente las injusticias que hay en contra de las mujeres y reconocer que hemos sido parte de estas heridas es el camino a una profunda reconciliación. ¿Cómo hemos permitido tantos actos de desigualdad? Una pregunta que debería de resonar en toda la sociedad para llegar a la conclusión de que nunca es tarde para cambiar y mejorar.
 
 
Hoy es el momento de pensar y analizar el significado del feminismo, todo hombre tendríamos que tener la sensibilidad y el corazón de escuchar los reclamos, por más osados que estos nos resulten como hombres, reflexionar y pensar no solo lo que es justo sino lo que nos haría feliz a todas y todos y nos convertiría en una sociedad más justa.
 
 
Desde la primera vez que escuché a Ana de Miguel hablar, sus palabras me resonaron profundamente. Como hombre es muy fácil descalificar el movimiento feminista y la imagen que tenemos de las mujeres encapuchadas destruyendo monumentos y dañando inmuebles históricos.
 
 
Después de varios días escuchando la historia de la desigualdad entre hombres y mujeres la conclusión principal a la que he llegado es que la lucha feminista lleva siglos, es un tema que todos como miembros de esta especie humana debemos agradecer y abrazar, ya que es una lucha por recuperar el espíritu humano de justicia y igualdad.
 
 
Sin estos principios no habría moral y desarrollo, y la felicidad que tanto buscamos no podríamos imaginarla sin el respeto y la justicia. Ambas cosas hacen que la dignidad de las personas sea irrenunciable y que las desigualdades se alejen.
 
 
Como en todo, hay varios puntos en los que no estaremos de acuerdo, y eso es normal en una sociedad libre y diversa como en la que vivimos y esto nos da la oportunidad de tener una reflexión real que llevara a cambios de nuestra manera de actuar y el porqué somos así.
 
 
Por ejemplo, el tema de los cuidados que tradicionalmente se ha relacionado con el sexo femenino hoy ya no debería ser así, y ya tenemos casos en donde, si bien no usamos pancartas como platica Ana en su libro, “ética para Celia”, sí damos toda la batalla legal y emocional para que nos permitan cuidar a nuestros hijos e hijas.
 
 
En lo particular, las veces en las que he tenido la oportunidad de pasar el fin de semana solo con mis cuatro hijos han sido y serán siempre de los días mas felices de mi vida, y todo lo que he tenido que emprender para defender ese derecho tan básico de convivir nunca me arrepentiré ni lo declinaré.
 
 
Cuidar a los hijos e hijas es tarea de ambos y un derecho de las niñas y niños a disfrutar de sus dos progenitores.; por eso es totalmente injusto cuando una de las partes no quiere ceder para que los hijos comunes sigan conviviendo con la otra parte después de una separación.
 
 
Espero que con el trabajo de muchas y muchos como Ana de Miguel, el futuro de nuestras nuevas generaciones sea sin estereotipos caducos que impiden que la felicidad y el respeto para todas y todos fluyan, algo tan necesario para que en cada familia independientemente de su configuración, pueda dar paz y alegría en un marco de verdadera igualdad.
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