Por Israel Navarro
Twitter @navarroisrael
«¡Fuera máscaras!», dijo el presidente López Obrador, y vaya que se la ha quitado porque está mostrando sus verdaderos colores sobre la sucesión presidencial. Déjenme les cuento el porqué de su malestar. Hasta hace algunas semanas, AMLO sentía que tenía todas las cartas de la baraja. Una alta aprobación, una red clientelar alimentada por los programas sociales, una oposición desgastada en cuanto a marca y desempeño, y el control absoluto de la agenda política.
Con condiciones como estas, decide adelantar el proceso interno de Morena, para elegir a su sucesor o sucesora. Digo, qué mejor manera de cerrar el sexenio adelantando lo que mejor sabe hacer en lugar de gobernar. En efecto, hacer campaña en miras a que la elección interna de su partido fuera como la elección constitucional, porque al tener una intención de voto asegurada a través de la marca partido, sea quien sea su candidato, lleva todas las de ganar contra cualquier oponente en junio de 2024.
Pero cometió un pequeño error: la soberbia de no dejar entrar a Xóchitl Gálvez a la mañanera para ejercer su derecho a réplica a pesar de contar con una orden judicial para ello. Esa pequeña chispa fue el detonante para que la llamada Señora X, catapultara sus aspiraciones presidenciales. Una bolita de nieve que creció rápidamente gracias al deseo de una candidatura reaccionaria y contestaria al presidente por parte de los anti-López.
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Ahora AMLO está de malas porque Xóchitl le ha arrebatado dos cosas fundamentales: uno, el control de la agenda y dos, la narrativa de David contra Goliath, con la cual el construyó su camino a Palacio Nacional. A los ojos de la opinión pública, el presidente está usando todo el poder del Estado para atacar a una oponente política, violando la ley y la Constitución a diestra y siniestra. Y se habla más de los dimes y diretes de Gálvez con AMLO, que de la contienda de las corcholatas de la 4T, que está más aburrida que una carrera de caracoles entafilados.
Y a pesar de que, a once meses de la elección, pareciera que Morena retendría la presidencia, un perfil como Xóchitl Gálvez puede arrastrar lo suficiente para impedir que los partidos de la 4T no obtengan la mayoría calificada en el Congreso que se elige a la par. Ese es un gran problema para AMLO, porque ese es su Plan C para que, en el mes que entre el nuevo Congreso y él salga de la presidencia, pueda pasar las reformas constitucionales para meterle la mano a la Suprema Corte de Justicia, al INE, y rematar al INAI, entre otras travesuras.
Por eso los ataques descarados, por eso el uso de los recursos y aparato gubernamental para atacar y definir a Xóchitl Gálvez en los términos que él necesita en su matriz estratégica, aunque tenga que quitarse la máscara.
Israel Navarro es Estratega Político del Instituto de Artes y Oficios en Comunicación Estratégica.
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