Enviado especial a Polonia.– Bajo un cielo que por momentos se vuelve gris, como reflejando el peso de la historia, miles de personas se reúnen hoy en el campo de exterminio de Auschwitz-Birkenau para participar en la “Marcha por la Vida 2025”, una ceremonia de recuerdo en el marco del 80° aniversario del fin de la Segunda Guerra Mundial y de la liberación del principal símbolo del terror nazi. Entre los asistentes se encuentra una delegación argentina, organizada por el Museo del Holocausto de Buenos Aires y encabezada por Marcelo Mindlin, integrada por un grupo diverso de humanistas, empresarios, periodistas, mujeres y hombres, acompañados por Rosa Rotemberg, sobreviviente del Holocausto, cuya presencia representa la fortaleza y la memoria viva de esa tragedia.
La Marcha por la Vida, que desde 1988 reúne a sobrevivientes, jóvenes y líderes globales, adquiere este año una resonancia especial. No solo marca ocho décadas desde que el Ejército Rojo liberó Auschwitz en 1945, sino que se desarrolla en un contexto de creciente polarización y un alarmante aumento del antisemitismo, exacerbado tras el brutal ataque perpetrado por Hamás el 7 de octubre de 2023 en Israel, que dejó más de 1.200 muertos, miles de heridos y cientos de rehenes. Este atentado, el más letal contra judíos desde el Holocausto, ha reavivado el trauma colectivo.
El recorrido, un acto de resistencia
El recorrido, de apenas tres kilómetros entre Auschwitz I y Birkenau, es mucho más que una caminata. Es un acto de resistencia simbólica. Frente al “Muro de la Muerte”, donde miles fueron ejecutados, la delegación argentina -una de las tantas aquí presente-, rinde homenaje. La mirada del conjunto, donde no falta la referencia a padres, hermanos y abuelos asesinados por los nazis, está cargada de memoria y conecta directamente con el horror vivido en estos campos. En Birkenau, ante la “Puerta de la Muerte”, se elevan plegarias y discursos que resuenan como un mandato: “Nunca más”. Entre los oradores, un sobreviviente nonagenario, cuya voz temblorosa pero firme recuerda las atrocidades del Holocausto, conmueve hasta las lágrimas a una audiencia que incluye desde estudiantes hasta primeros ministros. Este año, las palabras también aluden al horror del 7 de octubre, un recordatorio de que el odio sigue cobrando víctimas.
El itinerario de estas horas no es solo espiritual; trata de un viaje que recorre algunos de los lugares donde se perpetró el hecho más dramático que marcó la historia contemporánea, la Shoa.
Hacia fines de 1944, la inminencia de la entrada del ejército aliado hizo que los nazis aceleraran el proceso exterminador. Así se crearon las tristemente famosas “marchas de la muerte” que consistían en el traslado de las víctimas a pie, desnutridos, enfermos, moribundos, de un campo a otro para evitar que fuesen liberados por los aliados.
Las condiciones eran tortuosas, infrahumanas, y en la inmensa mayoría de los casos: mortales.
Hoy esas “marchas de la muerte” se han resignificado, convirtiéndose en Marcha por la Vida. En la edición de 2025, la Marcha no es solo un evento; es un puente entre el pasado y el futuro. Mientras caminan, rodeados de banderas de decenas de países, el mensaje es claro: la memoria del Holocausto no pertenece solo a las víctimas o al pueblo judío, sino a la humanidad entera. Y por supuesto queda la misión: transformar el dolor de la historia en un compromiso vivo por un mundo más justo.
Con información Ámbito.
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