Por Israel Navarro
Twitter @navarroisrael
Menudo desmadre en las relaciones México-Ecuador. Resulta que al presidente López Obrador, se le hizo fácil abrir la boca de más y opinar sobre la pasada elección en Ecuador, porque como ya sabemos, su modus operandi es picar pleito a nivel internacional para desviar la atención de los problemas internos y conseguir apoyo bajo la excusa de ser el paladín de la defensa de la soberanía de México.
Lo hizo con España, Austria, Perú, China, Argentina, y ahora con Ecuador, cuyo gobierno reaccionó nombrando persona non grata y expulsando a la embajadora mexicana Raquel Serur por las declaraciones de su presidente. ¿Qué hizo AMLO? Concederle asilo político a Jorge Glas, un exvicepresidente ecuatoriano que se estaba refugiando en la embajada de México porque traía varias órdenes de aprehensión.
Esto le cayó al gobierno ecuatoriano como pisar un Lego descalzo. Y ante los rumores de que la embajada mexicana tenía un operativo en marcha para sacar a Glas del país, decidió, por sus pistolas, entrar por la fuerza a la embajada de México para arrestar al exvicepresidente ecuatoriano bajo el argumento de que no se puede asilar a un delincuente.
A ver, esto nunca había pasado en la historia de las relaciones diplomáticas. De acuerdo a los tratados y convenciones internacionales, las embajadas y las casas oficiales de los embajadores están consideradas territorio nacional del país que representan. Meterse a la fuerza con la policía es una invasión armada al país. Una falta inexcusable por parte de Ecuador.
¿Qué es lo que está pasando ahora? Que ambos mandatarios van a capitalizar la crisis. Por un lado, AMLO está victimizando a México. A su mero estilo polarizante llamará a los mexicanos a la defensa de la soberanía ante el atropello que él mismo provocó con sus declaraciones. Y Daniel Noboa posicionará que las provocaciones de AMLO no le asustan y que tiene la firmeza para castigar a delincuentes políticos, aunque tenga que meterse a una embajada y violar el derecho internacional. Ambos ganan, y el que paga el pato es Jorge Glas. Negocio redondo.
Aunque también hay costos y riesgos porque ambos mandatarios pueden salir lastimados en su imagen. Primero AMLO porque finalmente sus aguijoneos ideológicos internacionales tuvieron consecuencias; quedará como un presidente picapleitos al que le pusieron un estatequieto. Y segundo Noboa porque la comunidad internacional le va a caer duro por el tamaño de la violación diplomática que cometió. De ahora en adelante, vuelve a todas las embajadas ecuatorianas y sus diplomáticos vulnerables. Menudos tiempos de diplomacia radical que nos ha tocado vivir.
Israel Navarro es Estratega Político del Instituto de Artes y Oficios en Comunicación Estratégica.
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