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Lo que nadie dice

La estrategia también depende de ti

La estrategia también depende de ti

Un político quiere que su video se vuelva viral, pero ni él mismo ha construido su historia.
Una empresa pide mejorar su reputación, pero no cambia su trato con los empleados.
Un vocero exige un guion perfecto, pero no comparte la información necesaria para construirlo.
Y al final, todos preguntan lo mismo: ¿por qué no funcionó la estrategia?

Lo que nadie dice es que una estrategia no es un hechizo: no basta con pedirla, hay que construirla.
Y esa construcción empieza —siempre— con la relación entre cliente y estratega.
No con un brief, sino con una conversación honesta, incómoda y profunda.

Porque un estratega no llega a aplaudir ideas, sino a hacer preguntas difíciles.
No llega a imponer su ego, sino a construir sentido.
Y no viene a resolverlo todo: viene a ayudar a decidir mejor.

Pero esa relación no es automática. Se construye.
Y cuando no hay alineación, ni disciplina, ni claridad, la mejor estrategia se desmorona.
No hay plan que funcione si el candidato improvisa, cambia el mensaje cada día o confunde autenticidad con desorden.
La estrategia depende de muchos factores: de la coordinación del equipo, del contexto… pero sobre todo, de la disciplina del líder que la encabeza.

Un buen cliente —o un buen candidato— no busca un yes-man: busca a alguien que piense con él, no por él.
Y un buen estratega no entrega un documento: acompaña, calibra, defiende y, si es necesario, rediseña la ruta.
Porque la estrategia no vive en un archivo, sino en la coherencia diaria entre lo que se dice y lo que se hace.

Un estratega no es un community manager, ni un productor, ni un bombero de crisis (aunque a veces parezca todo eso junto).
Es quien diseña la ruta narrativa que conecta una causa con su audiencia, una voz con su momento, una acción con su propósito.
Y si esa ruta no se recorre con disciplina, constancia y respeto a los acuerdos, ninguna estrategia sobrevive.

Lo que sí podríamos hacer:

  • Diseñar una estrategia basada en hechos reales, verdades y datos duros, con metas y objetivos claros que sirvan como eje rector durante todo el proceso.
  • Revisarla y ajustarla cuando sea necesario, mantener la constancia, evitar las ocurrencias y ejecutarla con disciplina para alcanzar los resultados previstos.
  • Porque una estrategia no se improvisa: se construye con verdad, se calibra con datos y se sostiene con disciplina.

 

Por Ana Celia Casaopriego

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