Cuando no existes, no compites
Nadie te menciona.
Nadie te busca.
Nadie te critica, ni te defiende.
Simplemente… no existes.
Ese es el punto cero de la comunicación política: cuando el silencio es peor que el ataque.
No estás en el debate, no apareces en las encuestas, no formas parte de la conversación pública. Y lo más peligroso: nadie te odia, porque nadie te conoce.
En política, la indiferencia mata más rápido que el escándalo.
Hay candidatos que creen que el problema es la falta de publicidad, pero lo que realmente falta es identidad. Se confunde exposición con conexión. Presencia con relevancia. Y así, los mensajes se vuelven genéricos, los discursos suenan reciclados y las causas parecen prestadas.
La invisibilidad ocurre cuando se habla sin decir nada, cuando se publican fotos sin historia o cuando el miedo a contrastar termina borrando cualquier trazo de autenticidad. Porque querer agradar a todos es la manera más rápida de volverse irrelevante.
Lo que nadie dice es que la invisibilidad no se combate con ruido, sino con estrategia y sentido.
Les voy a contar mi experiencia con Jota Lloret, uno de los diez candidatos por la Prefectura del Azuay, Ecuador. No era el favorito. No tenía la maquinaria más grande ni los reflectores encima. Pero un día publicó un video que cambió la ecuación.
En la grabación se le ve cruzando, con ropa y zapatos, el cauce del río con humor y naturalidad y este texto: “La historia dice que quien se bañe en las aguas del Tomebamba tendrá acceso directo a la Prefectura.” Y él responde: “Yo yendo a buscar mi pase.”
El video se volvió viral. Pero más allá del chiste, activó algo más profundo: visibilidad. De pronto, todos hablaban de él. Lo compartían, lo comentaban, lo reconocían. Y, sobre todo, empezaron a preguntarse quién era.
Jota Lloret terminó ganando esa elección. No por un golpe de suerte, sino porque una pieza viral se apoyó en una historia lista para contarse.
@jotalloretvGanamos porque ganamos!
El video fue solo la chispa que encendió una narrativa construida con verdad, consistencia y disciplina.
Eso es lo que pasa cuando logras que te volteen a ver: empiezas a existir en la mente de la gente. Y existir, en comunicación política, es el primer paso para competir.
Muchos creen que con un video o un eslogan se soluciona. Pero estar en redes no es lo mismo que conectar. Publicar no es comunicar. Y tener visibilidad no significa tener presencia.
Una campaña invisible no se levanta con spots, sino con una identidad clara: una causa que inspire, un mensaje coherente y una narrativa sostenida con disciplina.
Porque una estrategia sin constancia se desvanece. Y una visibilidad sin propósito se apaga.
Lo que sí podríamos hacer:
Definir una identidad, decidir qué emoción queremos despertar, elegir una causa, construir presencia y medir el impacto en percepción, no solo en alcance.
En política, lo peor que puede pasarte no es que hablen mal de ti:
es que no hablen de ti en absoluto. La indiferencia es el verdadero fracaso comunicacional.
Y lo que nadie dice… es que no basta con existir: hay que significar.
Ana Celia Casaopriego

