Después de 24 días de huelga y resistencia bajo la lluvia, los maestros de la CNTE levantaron su plantón en el Zócalo capitalino con una nueva consigna: “No estamos cansados ni fracasados, estamos pausados”. Aunque no lograron su objetivo principal —la abrogación de la Ley del ISSSTE de 2007—, regresan a sus estados con la promesa de reorganizarse y seguir luchando.
La principal exigencia de la CNTE fue eliminar una ley que, desde el sexenio de Calderón, dejó sus pensiones reducidas a niveles indignos. A pesar de lograr algunas concesiones del gobierno —como la reducción de la edad de jubilación, un aumento salarial del 10% y un complemento con la Pensión del Bienestar—, los docentes denunciaron que el sistema de Afores sigue beneficiando a los banqueros, no a los trabajadores.
Pedro Hernández, vocero de la CNTE, anunció que la lucha continuará con vigilancia permanente a la presidenta Sheinbaum, lo que ya provocó que la mandataria suspendiera un viaje a Guerrero. Los maestros, decepcionados de la 4T, la acusan de continuar con el modelo neoliberal.
Las protestas dejaron entrever una ruptura con el SNTE, el sindicato tradicionalmente ligado al poder. Mientras este celebraba el aumento salarial, la CNTE lo calificaba como “sindicato charro” y quemaba algunas de sus oficinas.
El paro dejó grietas internas también en la propia CNTE. Mientras secciones como Oaxaca y Chiapas apostaban por retirarse, otras como Guerrero, Zacatecas y Yucatán querían resistir. Aun así, lograron mantener la unidad, que consideran clave para la fuerza del movimiento.
Aunque regresan a clases para cerrar el ciclo escolar, los maestros insisten: “No es el final, esto apenas empieza”. Han dejado claro que continuarán luchando por pensiones dignas y respeto a su trabajo.
Con información de El País
bvp
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