El flujo migratorio hacia México ha registrado un aumento significativo de personas provenientes de países como China, India, Afganistán, y otras naciones de Asia y África. Según datos de la Unidad de Política Migratoria de la Secretaría de Gobernación (Segob), la entrada ilegal de migrantes chinos al país entre enero y julio de este año creció un 672% en comparación con 2023, mientras que la de migrantes indios aumentó un 1,651.1%, y la de afganos un 1,746.8%. Este incremento también incluye a personas de Bangladés y Uzbekistán, cuyas cifras han crecido en más de mil 500% y 103%, respectivamente.
El pasado martes, se reportó un incidente en el que soldados del Ejército persiguieron y dispararon contra una camioneta que transportaba ilegalmente a migrantes procedentes de Egipto, India, Pakistán, Arabia Saudita y Nepal, entre otros países. El saldo de este ataque fue de seis migrantes muertos y diez heridos.
Expertos como Tonatiuh Guillén López, excomisionado del Instituto Nacional de Migración (INM), han señalado que el aumento de migrantes de estas regiones obedece principalmente a razones económicas y lazos familiares en Estados Unidos. Guillén también destacó que estos migrantes pagan a los traficantes de personas cantidades significativamente más altas que los migrantes centroamericanos.
Sin embargo, a pesar de este aumento, los mexicanos siguen siendo el grupo más numeroso de migración irregular hacia Estados Unidos, representando un tercio del total, seguidos por los venezolanos y migrantes de Guatemala, Honduras y El Salvador.
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Aunque los migrantes provenientes de Asia y África representan un porcentaje menor en las estadísticas migratorias, estos grupos están igualmente expuestos a diversos riesgos, como la violencia ejercida por el crimen organizado y la intervención de las fuerzas de seguridad mexicanas, incluida la Guardia Nacional y el Ejército, para evitar que lleguen a la frontera norte.
Cristina Hernández Engrandes, académica del Programa Universitario de Estudios del Desarrollo (PUED), mencionó que el tráfico de personas en la región sur de México, particularmente en el corredor de Chiapas, ha sido controlado por el crimen organizado desde hace años. Aseguró que la colusión entre el crimen organizado y algunos servidores públicos del Instituto Nacional de Migración permite la entrada de estos migrantes, muchas veces bajo la fachada de empleos legales.
Con información de El Universal.
AR
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