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PRIMERO LOS NIÑOS

Por Alfonso Malpica Olvera

Todas las opiniones importan

La palabra “infancia” significa literalmente “sin voz”, y es así como históricamente se ha tratado a los niños y a las niñas. Casi nunca los adultos hemos tenido en cuenta la opinión de los más pequeños, ni siquiera cuando se trata de asuntos que les afectan directamente.

Un claro ejemplo lo podemos encontrar en las separaciones y divorcios donde hay niños y niñas, a quienes nunca se tiene en cuenta hasta que ya son prácticamente adolescentes.

Sin embargo, pedir la opinión de nuestros hijos e hijas puede acercarnos a ellos de una manera muy especial y, además, nos puede proporcionar mucha información sobre sus vidas, sus sentimientos y sus pensamientos, que preguntando de manera directa jamás obtendríamos. Y esto, al final, significa que los podremos conocer mucho mejor de lo que ahora creemos que los conocemos.

Les invito a que cambien el preguntar si sucede algo por preguntar a sus pequeños qué opinan sobre algo, y la respuesta será enriquecedora para todos nosotros como progenitores. Hagan el ejercicio de descargarse de la razón lógica de la que nos provee la adultez, de soltar las cosas que damos por seguras e inviten a sus hijos e hijas a expresar sus opiniones de manera libre y con confianza.

Hay que tener en cuenta que los niños y los adolescentes reciben información continuamente sobre temas de actualidad, como las redes sociales, o particulares de su entorno, como las relaciones de otros compañeros de clase con sus familias, la pérdida de un ser querido, etc. Es clave detectar si hay una cuestión que les preocupa e intentar aclarar las dudas que tengan, incluso si no lo han trasladado abiertamente, para entender qué es aquello que ocupa sus pensamientos.

Si a diario les preguntamos simplemente cómo les ha ido el día, no pondrán el foco sobre ningún tema en concreto, harán un repaso general de su día y recibiremos un frustrante “bien” y nada más. Por ello, es importante que sientan que realmente nos preocupamos por su día a día, por sus pensamientos y por sus inquietudes, y si podemos ser más concretos en algún tema que sabemos que les preocupa, mejor.

Este tipo de interacciones no solo nos facilita compartir tiempo de calidad con nuestros hijos e hijas, sino que nos permite detectar cuáles son los temas que les preocupan de manera constante, lo cual nos puede ayudar a prevenir situaciones como la violencia escolar o el ciberacoso al que toda la infancia y adolescencia está expuesta, desgraciadamente.

Y lo más importante es saber que debemos realizar estos ejercicios que ayudan a crecer a nuestros hijos e hijas desde el rol de progenitores, progenitores confiables, pero sin pasar de ser padre o madre a ser el amigo o amiga.

Desde el respeto, ellos se sentirán mucho más valorados si su figura de autoridad familiar tiene en cuenta su opinión, que si los adultos nos bajamos a la categoría de “cuates” para intentar una confianza ficticia.

Pregúntense si saben sobre qué quieren opinar sus hijos e hijas y, cuando lo averigüen, sabrán mucho más sobre sus vidas de lo que puedan llegar a pensar. Déjense sorprender por la clarividencia de la inocencia de la infancia. Es seguro que tendrán mucho que enseñarnos.

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