Por: Alfonso Malpica Olvera
«Renta de vientres, una industria de la que proteger a las mujeres»
El pasado 13 de noviembre estuvo en México la abogada Núria González López para brindar una conferencia a jueces y juezas del Estado de México sobre el grave problema de derechos humanos que representa la práctica de los vientres de alquiler en México. Allí tuve la oportunidad de escucharla y obtener un panorama directo de lo que es en verdad este fenómeno de violencia contra las mujeres, pero también contra las niñas y niños que se vuelven un objeto del mercado.
Pero es importante ir por partes, primero que nada vamos a definir qué son exactamente los vientres de alquiler, desde luego no es una técnica de reproducción asistida como han hecho creer. La mal llamada “gestación subrogada” o mejor dicho los vientres de alquiler como se denunció en la conferencia, consiste en alquilar el vientre de una mujer para gestar un embrión ajeno o propio, un niño o niña que al nacer será entregado a otra persona, parejas que no pueden o que no quieren concebir naturalmente y personas solas con recursos más que suficientes para pagar las enormes cantidades que solicitan las agencias por hacer entrega de seres humanos como si fueran objetos.
En esta conferencia, la abogada especialista en derechos humanos y bioética advirtió que México puede convertirse en el útero del mundo a raíz del conflicto armado de Ucrania además de que ya algunas organizaciones de ese país han abierto espacios en Sinaloa y Tabasco que son los dos estados que lo tienen “regulado”, según se mencionó allí, en San Luis Potosí, Querétaro y Coahuila está prohibido y en el resto de las entidades no se ha legislado.
Claramente, la atracción de las “empresas” que intervienen en esta forma de explotación buscan países como México o Colombia, comentó Núria, siendo que las crisis económicas y sociales orillan a las mujeres a someterse a contratos leoninos que controlan su libertad y su vida para luego terminar en la entrega de sus niños.
Es decir, ninguna mujer adinerada va a prestarse a los vientres de alquiler y deberíamos ser serios dado que hablamos de una serie de experiencias indecibles e inimaginables para quienes así lo han padecido.
Tomar la decisión de traer un hijo para quienes así lo hemos hecho es por lo menos una responsabilidad de largo plazo y una vivencia exigente e insuperable. ¿A qué se debe entonces que se conviertan en botín? Somos ajenos a ello, porque nunca estaremos en la posición de esas mujeres, víctimas de la ventaja económica de compradores que imaginan que se puede elegir un niño como quien se compra un carro. De ese tamaño es la miseria.
Indudablemente, la presencia de la abogada, me mostró un fenómeno que ignoraba y comparto plenamente la lucha porque nuestro país prohíba esta explotación y sancione a quienes abusan de las mujeres más empobrecidas de México.
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