Por Israel Navarro
Twitter @navarroisrael
Mientras usted estaba entre el segundo plato de pozole y el tercer tequila antes del tradicional Grito de Independencia, Ovidio Guzmán, estaba volando a Chicago a petición de las autoridades estadounidenses que solicitaron su extradición. Pero, ¿cuál es el trasfondo político internacional de todo esto?
Bueno, primeramente es una concesión que hace el gobierno mexicano en la relación bilateral que durante la administración del presidente López Obrador, ha estado marcada por la constante tensión, especialmente en el punto ríspido que significa el narcotráfico para ambos países. Que si México no hace lo suficiente por detener al crimen organizado, que si es culpa de Estados Unidos por la demanda de drogas y el tráfico de armas hacia México, que si mandan a los militares estadounidenses para hacer la chamba, que si la soberanía nacional, y los dimes y diretes siguen. Por eso, la extradición del hijo del Chapo, es una buena manera de materializar los resultados de la cooperación bilateral más allá de la dinámica de los reclamos mutuos.
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Pero por otro lado, esto le abre un flanco al presidente López Obrador, cuya narrativa ha estado orientada a defender la soberanía nacional. Y aquí se pone interesante la cosa, porque cuando Ovidio Guzmán fue reaprehendido, la postura del gobierno mexicano fue dar todo el crédito a las Fuerzas Armadas Mexicanas, pero ahora sabemos, por comunicaciones públicas entre autoridades estadounidenses, que hubo un operativo llamado «Paisano» en el que participaron la Agencia de Investigación en Seguridad Nacional, la DEA y el FBI. No era desconfianza, ni invasión a la soberanía de México, nada más, que no se les vaya a ocurrir soltar de nuevo a Ovidio.
Y además, viene otra arista, la extradición se da en el marco de ambos países en un ambiente electoral anticipado. El presidente López Obrador, ha dicho textual, que las acusaciones hacia México en temas de narcotráfico y migración son una «estrategia politiquera» para mentirle a los ciudadanos estadounidenses en tiempos de campaña. Pues sí, es más fácil decir que es grilla, en lugar de reconocer que la política de «abrazos, no balazos» resulta insuficiente, y por lo tanto los vecinos del norte no están contentos con tanta permisividad a la delincuencia organizada. Ergo, esto comunica públicamente que el gobierno estadounidense tiene que hacer la chamba en materia de procuración de justicia que esperaría de México.
Por eso, era mejor que Ovidio fuera extraditado de manera discreta, durante los festejos de la Independencia, al grito de ¡viva nuestra soberanía!, para no seguir ventilando la tensión bilateral ante un problema mayúsculo que no se va a resolver sin que ambas partes se metan a colaborar de lleno, en lugar de repartirse culpas.
Israel Navarro es Estratega Político del Instituto de Artes y Oficios en Comunicación Estratégica.
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