Por Israel Navarro
Twitter @navarroisrael
No hay situación más riesgosa para un gobernante que tener a la gente en las calles manifestándose, porque a diferencia del activismo de sillón o las protestas en redes sociales, las demostraciones públicas de descontento con el gobierno, son como una bola de nieve que genera más y más rechazo al gobierno y sus figuras claves. Este es el caso de Emmanuel Macron, presidente de Francia, que está viviendo el momento más complicado de su presidencia.
Resulta que desde que entró al gobierno en el 2017 ha intentado reformar el sistema de pensiones, pero no ha tenido éxito. Por lo cual, invocó el artículo 49.3 de la Constitución francesa que le confiere el power de pasarse al Poder Legislativo por el Arco del Triunfo, para incrementar la edad de jubilación de 62 a 64 años, y hacer que los ciudadanos trabajen un mínimo de 43 años para obtener una pensión completa.
Por si no lo viste:
¿Cuál es el trasfondo de esta medida? Que según Macron y la Primera Ministra Élisabeth Borne, si no se lleva a cabo esta reforma, el sistema financiero podría colapsar. Y tiene sentido porque la tasa de natalidad ha decrecido considerablemente, por lo cual, las futuras generaciones no serán tan amplias como para soportar la jubilación de la actuales.
Pero la gente no leyó esto como un llamado a salvar a la patria y la estabilidad financiera de la clase trabajadora. Por el contrario, vieron un golpe de autoritarismo de Macron, lo cual tiene bastante molestos a los partidos de oposición, incluyendo el de la extrema derecha de Marine Le Pen, quienes están promoviendo mociones de censura contra el gobierno macronistra.
¿Qué sigue ahora? Pues que pase lo que pase con las mociones, Macron va a salir mal parado. Si pasan, lo cual es poco probable, porque la oposición no junta los 287 votos requeridos sin Los Republicanos, un partido de centro-derecha que no está a favor de darle juego a Le Pen, entonces se desecharía la reforma y Macron tendría que integrar un nuevo gobierno desde una posición de harto desgaste y con la bomba de tiempo del sistema financiero.
Y si no pasan, que es lo más probable, será una victoria pírrica para Macron, porque reforzará su imagen de autoritario, su aprobación bajará aún más y persistirán las manifestaciones y paros incluyendo el de los trabajadores de la basura, que tienen a Paris como un tiradero. Y finalmente deja bien empoderada a su opositora tradicional Marine Le Pen, quien ahora tendrá una narrativa clara para construir su tercer intento de llegar a la presidencia. ¡Vaya que esta le va a salir cara a Macron!
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